Angélica Camargo Breña - Excelsior, Sección Cultura. México, 1990
Guanajuato, 22 de octubre (1990) - con divertidas historias y entretenidos juegos, los integrantes del grupo de títeres, La Libélula Dorada, de Colombia, tienden una red para atrapar la sonrisa de chicos y grandes, como se logró aquí en su participación en el XVIII Festival Internacional Cervantino.
Bajo la dirección de los hermanos Iván Darío y César Álvarez, en el Teatro de Minas, se ofreció el espectáculo Los Espíritus Lúdicos, una invitación al país del juego, guiados por Los simpáticos muñecos "Tito" y "Tato". El propósito es establecer una comunicación no a través de la racionalidad, sino por medio de la risa.
Esta obra refleja la vocación por el juego de los hermanos Álvarez -con la complicidad de Jairo Alemán- en la construcción a una crítica a la rigidez física y mental, de aquellos adultos que han perdido el sentido lúdico de la vida.
Con el recurso de las diferentes técnicas del teatro de títeres Los Espíritus Lúdicos enfrentan al espectador con sorpresas y situaciones chuscas, siguiendo la dinámica de las historias de aventuras. "Tito" y "Tato" al entrar a un mundo extraño, sin más defensa que una pistola de juguete. Uno de sus primeros encuentros es con un esqueleto, que les aclara: "sólo soy una broma pesada; me gusta hacer morir de risa o hacer morir de susto".
Los personajes de este moderno cuento van en busca de la Emperatriz Lúdica, y antes de encontrarla se ven envueltos en las más disparatadas aventuras: tienen que enfrentar a la bruja verde, un conejo le sale al paso para hincarles el camino -aquí hay una alusión a Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas-, y tienen que ver con su cuerpo por que se encogen o se agranda.
Solamente a través del sueño se puede salir del "mundo lúdico" "Tito" y "Tato" se encuentran de nuevo en su casa, o así lo creen, hasta qué ven que su mamá tiene un parecido con la bruja. Al final descubren que han sido objetos de bromas de sus creadores, los hermanos se lamentan indignados: "nunca en mi corta vida me había sentido tan manipulado. Los titiriteros creen que somos los juguetes de sus caprichos".
La Libélula Dorada se creó en 1976, y de entonces a la fecha se ha presentado en varios países de América y Europa, obteniendo reconocimientos en el VI Festival de Títeres de Charleville, Francia; o el VIII Festival de Manizales.
El título de la compañía es para sus integrantes un símbolo, que expresa de alguna manera la espiritualidad y libertad con que coincide el arte.
"Consideramos además -explicaron- que todo proyecto artístico es un proceso que sufre una metamorfosis, y la Libélula es un insecto que reúne estas características, cambia a lo largo de su vida y nosotros, como grupo artístico, queremos estar preparados para toda clase de cambios”.
"La Libélula es un insecto milenario -añadieron- que tiene más de 200 millones de años y ha sobrevivido a los dinosaurios. Nosotros nos reflejamos en un insecto tan pequeño, porque su dimensión en la naturaleza es muy grande. Y nos llamamos La Libélula Dorada, porque en la cultura indígena lo dorado era sinónimo de esplendor, contrario a los españoles que identificaron a lo dorado, como el oro, con la codicia".
En cuanto a la violencia que pudiera aparecer en la obra, por ejemplo cuando "Tito" y "Tato" matan al Llanero Solitario o cuando los personajes se golpean, señalaron:
"Aunque procedemos del país que en este momento está considerado el más violento del mundo -Colombia- la obra no pretende ser una apología a la violencia, sino una invitación al juego. El niño no es violento por ver, en una obra de títeres, escenas que pudiéramos calificar de violentas; es violento porque en su casa lo maltratan, por lo que ven en la televisión como las caricaturas 'Las Tortugas Ninja', o los noticieros, esos sí es verdaderamente una apología de la violencia.
"Puede ser muy violento para los adultos el hecho de que en una obra se compare a las mamás con las brujas -abundaron-, lo cual en cierta medida es una provocación para los adultos, de saber qué los niños no nos ven siempre como 'seres angelicales', sino que muchas veces nos ven como ogros o brujas, que conspiran permanentemente contra su espíritu lúdico".
Se refirieron también a la carencia, en los países latinoamericanos de espectáculos y programas especializados para niños, que por lo general siempre caen en el vicio de considerar al niño como un bobo, un retardado mental, utilizando un lenguaje ñoño y vacío.
En el repertorio de La Libélula Dorada, en cambio, aparecen personajes como la "bruja verde", que quiere que todo el mundo sea de su color y tiene que enfrentarse a "Filipo el mago", quien cree en la armonía de todos los colores.
También crearon "El fantasma del doctor Freud", personaje que provoca el sueño de los demás para robarle sus sueños, para analizarlos en su observatorio lunar. El caso se resuelve cuando "Filipo el mago" encuentra tirado el libro "La interpretación de los sueños".
"Hay un campo inagotable para el teatro de títeres para niños y quienes nos dedicamos a ello, debemos estar conscientes de que es un trabajo muy serio, que merece nuestra atención y respeto; es un arte que exige rigor, disciplina, dominio del género y, sobre todo, amor por el teatro", acotaron.
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