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Muñecos y personajes de la fiesta de Corpus Cristi

LA FIESTA DE CORPUS CRISTI


El Corpus Cristi constituye una de las más importantes y antiguas fiestas de la Iglesia Católica. Con ella se celebra la institución de la Eucaristía, es decir la encarnación del cuerpo y la sangre de Cristo en el pan y en el vino. Fue instituida por Roberto de Thorete, un Obispo de Lieja, en 1.246 a petición de la religiosa Juliana de Monte Cornillón y oficializada por el Papa Urbano IV para ser celebrada a los sesenta días después de la pascua de la resurrección, es decir durante la primavera, y ofrendar con ella al "dios de la naturaleza” porque este dios que obra con su poder el prodigio de la Eucaristía es el mismo que hace nacer y abrirse las flores (...) podría llamarse esta jornada la Fiesta de la Tierra, de las ciudades y de las aldeas, pues que no hay donde quiera sino gozosos repiques, cantos de alegría, arcos de verdor en los campos, ricos tapices en las calles de las ciudades, columnas de incienso que suben hasta el cielo, flores deshojadas y esparcidas por el suelo, el pueblo vestido de "nuevo", niños coronados de rosas y azulejos.

Desde muy temprano del día de la fiesta los gremios de artesanos preparaban "los cuatro altares de rúbrica, situados en las bocacalles de la Enseñanza, la Rosa Blanca, Puente de San Francisco y segunda calle real (hoy calle 11 con carrera 7ª y calle 12 con carrera 7ª respectivamente). Las casas comprendidas en este trayecto se adornaban con colchas o colgaduras de muselina, zarasa o damasco, y en las puertas y barandas de las tiendas se colgaban todos los cachivaches disponibles en las localidades ocupadas por los tenderos o mercachifes".[3]


1. LOS ARCOS Y EL PARAÍSO


A su vez las calles se acicalaban con frondosos, vistosos y originales arcos que vestidos con finas telas y adornados con toda suerte de objetos de plata terminan casi siempre en custodia, cáliz o alguna otra figura alegórica de cartón pintado al temple. Por su parte las bocacalles se cubrían con BOSQUES. Por allí circularía el colorido desfile rumbo al Paraíso que se construía en la Plaza con "árboles y animales raros traídos de las diversas regiones y la personificación de Adán y Eva con una descomunal serpiente enroscada en un manzano.[4]


Tanto en Santa Fe como en otras ciudades el Paraíso era algo digno de verse como lo cuenta David Guarín, hablando de esta fiesta en la ciudad de Ibagué: "no sólo los frutos se exhiben allí, traen animales vivos unos, muertos otros, tales como hermosísimos venados de las nevadas faldas del Tolima en donde hay grandes manadas que guardan y esquivan de la persecución trepando por sobre la nieve a las elevadas mesetas. Se exhiben armadillos, vorugos, marranos monteses y pájaros de distintas clases, suele algún poeta serrano poner versos al pie de cada animal para satirizar al alcalde, sacarse algún clavo con el policía, decirle alguna puya a las venteras y hasta soltarle alguna indirecta al cura. Qué verso y qué redacción! ".[5]


Pero si la ciudad se embellecía para servir de escenario al cortejo, ni qué decir de sus habitantes, "vestirse de corpus" era lucir colores extravagantes, muchas sedas, arandelas y abalorios. Días antes, señoras y señores, jóvenes y jovencitas corrían de un lado a otro buscando sastres y modistas. Par las señoras era un gran honor que el alcalde unos días antes de la fiesta "les echara ángeles y ninfas", es decir, las escogiera para asignar los pasajes de la Biblia que habrían de representar. Los señores estrenaban aquel día elegantes y adustos trajes. Las jovencitas se embellecían para adornar con su presencia los balcones desde donde miraban el desfile y hacían llover pétalos de rosa al paso del Santísimo y los jóvenes además de deleitar la vista en los balcones rebrujaban los viejos baúles de las casas para vestirse de Matachines y participar con su loca danza en el desfile. Los indígenas preparaban sus bailes, los militares sus marchas y los curas orgullosos exhibían las mejores custodias debajo de hermosos palios.


MATACHINES


Precedidos de redobles de tambor pasan en el desfile los matachines ataviados con estrafalarios vestidos de todos los colores. Su llegada se convertía en el "horror" de las mujeres, pues estos alegres y traviesos muchachos que figuraban diablos, llevaban vejigas de res infladas atadas por cuerdas a una vara, con las que repartían sonoros golpes a todos los que iban encontrando. Los matachines, "locos" hombres vestidos de danzantes, venían precedidos por el Negro Simón Espejo, quien dirigía la danza y venía vestido de paño rojo, sombrero de tres picos y altas botas. De repente se detenían ante un balcón donde vivía su compadre o su pretendida y allí, acompañados de panderetas, violines y tambores, ejecutaban su danza trenzando y deshaciendo cintas alrededor de un asta.


La presencia del Matachín en el desfile del Corpus al parecer es también una vieja tradición de esta fiesta en España, significando la presencia del "mal" que siempre será dominado por el bien. Esta misma figura aún se conserva en los diferentes carnavales que se realizan en el país.


Con su alegría, colorido y su locura los Matachines dejaron una profunda huella en Santa Fe, y su nombre y significado, dio lugar al primer periódico ilustrado de la capital en los primeros meses del año 1.855. Aunque no tenían períodos fijos de publicación, al parecer salieron varios números de los cuales sólo se conservan cuatro bellísimos ejemplares, y en el primero de ellos, bajo un hermoso grabado del Negro Simón Espejo, se puede leer:


Es ley de los Matachines

el andar a zurriagazos

y bailar a zapatazos

con pandereta y violines.

"Allá vamos" cachaquines

viejos, viejas, mozos, vagos

corran, corran que hay estragos

corran las niñas coquetas

que en sus bucles y peinetas

se enredan nuestros zurriagos.[6]



FIESTA DE CORPUS Y MUÑECOS


Es precisamente en el desfile de Corpus en el que se evidencia la mayor presencia de elementos teatrales populares como escenificaciones, mímica y coreografías, afirma Gloria Triana en su artículo "Cultura Popular Colombiana en el Siglo XX" que: "durante la colonia en ocasiones como la del Corpus, solían exhibirse actuaciones pantomímicas espectaculares, que representaban batallas, torneos y otras actividades profanas de dimensión considerable".[7]


Pero lo más prolífico en esta fiesta religiosa y asociada tanto a su parte cristiana como pagana son los MUÑECOS, tal como sucedía en España en esta misma celebración de la cual se tiene noticia ya en el año 1.400 de la ciudad de Valencia donde "sacaban un arca de Noé toda dorada con sus montañas y con trece imágenes metidas en el arca. La figura de Noé, se popularizó de tal forma que salía en todas las fiestas del Corpus".[8]

Igualmente se sabe que aparecía en las procesiones españolas una figura de sierpe monstruosa con una gran boca llamada la TARASCA y hacía parte de la representación pagana del desfile.


Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, el Teatro de Títeres había alcanzado un importante desarrollo, pero en las colonias americanas no se han encontrado datos de la existencia del teatro de títeres como tal. Las únicas manifestaciones que están íntimamente ligadas a este arte en América, son precisamente figuras y muñecos donde intervienen uno o varios manipuladores, asociados a diferentes fiestas, especialmente a la del Corpus.


LA TARASCA


Encabezando el desfile viene la TARASCA, que hoy, muchísimos años después de su desaparición, nos parece ver, gracias a la gráfica descripción que de ella hace don Guillermo Hernández de Alba en su libro "Estampas Santafereñas": "Su enorme caparazón verde, su larguísimo raboique hacía las delicias de la chiquillería, sus grandes mandíbulas batientes manejadas con ingenio por la inquieta máquina que dentro la animaba y amenazaba devorárselo todo. Veinte chicos, lo menos, ponían en movimiento aquel monstruo sobre cuyo gran espinazo graciosa indiecita hacía de guía, empuñando unas riendas que malaya si la obedecían. Todo dependía de la voluntad de los traviesos chicos sobre cuyos pies se movía el animal. Con traspiés corría la Tarasca de una parte a otra de la plaza atropellado a cuanto se encontraba adelante y lo hacía con mucha gracia cuando veía canastos, porque luego se dirigía al montón de gente en donde estaban y corriendo todos con la bulla de ahí viene la Tarasca! todo se volvía mecha: la Tarasca se metía por medio volteando a unos, pisando a otros y derramando los canastos de manzanas que era la miente de sus pies, y al pasar por encima se detenía como para tomar resuello y no era sino para que los tarasqueros o tarascones recogieran las manzanas. Mientras tanto lo cuenta quien lo vio cronista de la bodoquera del año 44, alguno de ellos meneaba las quijadas del animal, como que mascaba, para entretener a las gentes mientras ellos mascaban de veras, con lo cual ni las dueñas de las manzanas se acordaban del daño".[9]



Se dice también que en medio del juego las TARASCAS eran apedreadas por las revendedoras de frutas, que cuando eran atacadas por el enorme animal, tiraban sobre ella todo lo que encontraban y aunque no podían tocar sus "almas", desfogaban su ira al poder castigar por lo menos la enorme caparazón. Con la disolución de la Gran Colombia, desapareció también la tradición de la TARASCA quedando de ella sólo la conocida expresión "se le abrió la tarasca" y un juego infantil, en el que el niño corría al grito de "a que te come la Tarasca”, esta vez un adulto, que al alcanzarlo lo abrazaba provocando las más sonoras carcajadas.


Tal como se ha hecho evidente en la descripción anterior, en la TARASCA están presente los principales elementos definitorios del Títere: la caparazón y la cabeza como objetos; quienes la animan y hacen posible su movimiento: los manipuladores; y por último el público para quien se realiza el espectáculo. Pero además se agrega un elemento completamente nuevo y es el mecanismo articulado de la boca, que posteriormente se manifestará con frecuencia en los muñecos semejantes que danzan en los carnavales.


LA BALLENA


Otro personaje importante del desfile con características y mecanismos semejantes a los de la Tarasca es LA BALLENA, en la que aparte de sus manipuladores participa un actor, personificando al profeta Jonás, quien de vez en cuando es tragado por el muñeco: "su enorme caparazón se mueve con lentitud, digna del poderoso anfibio y como es una evocación del misterio no corre ni atropella (...) va siempre precedida de una encantadora danza de indiecitos evocadores de la raza vencida que frente a cada altar, evocan la canción Blanca Azucena".[10]


LOS MAPUCHES O GIGANTES


Mientras los señores de las clases más altas mandaban confeccionar elegantes trajes para llevar en andas a los santos, algunos pulperos, mercachifes y artesanos que no se disfrazaban para danzar o para hacer de matachines, eran dotados por los alcaldes y el cabildo, de armazones y vestimentas para que salieran de MAPUCHES O GIGANTES, muñecos estos casi siempre asignados a los altozaneros y adoberos.


Se destacan aquí dos hechos novedosos y significativos; por una parte, el carácter popular del muñeco y por otra, el de ser los únicos, que podríamos decir, estaban subsidiados por el cabildo. José Manuel Groot, en sus cuadros de costumbres cuenta: "estos gigantes eran forjados sobre unas armazones de chusque forradas de lienzo, pintadas al temple; por supuesto es excusado advertir que el alma que los movía era el peón que iba dentro mirando por un agujero que el gigante tenía en la barriga y cuya alta cabeza estaba henchida de lana, cosa bien significativa para ciertos hombres grandes cuya alma mira por la barriga en este mundo político.[11]


Por su parte Daniel Ortega Ricaurte, al referirse a ellos los define brevemente como: "grotescos monigotes de madera y pasta, vestidos de abigarrados colorines dentro de los cuales se metían sujetos que los movían balanceándose".[12]


Las características de estos muñecos son idénticas a las que actualmente presenta el títere conocido con el nombre de títere jinete o humanoide, que se utiliza en carnavales y otros espectáculos en diversas partes del mundo.



[3] Cordovez Moure. "Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá". Op. Cit.


[4] Ortega Ricaurte, D. "Cosas de Santa Fe y Bogotá".


[5] Periódico La Pluma. Julio de 1.880. Op. Cit.


[6] Periódico Los Matachines. Febrero de 1.855.


[7] Triana Gloria. "Cultura Popular Colombiana en el siglo XX", en Nueva Historia de Colombia, Tomo I.


[8] Porras, Francisco. "Títeres Teatro Popular".


[9] Hernández de Alba, Guillermo. "Estampas Santafereñas". Op. Cit.


[10] Hernández de Alba, G. "Estampas Santafereñas". Op. Cit.


[11] Groot, José Manuel. "Cuadros de Costumbres".


[12] Ortega Ricaurte, Daniel. "Cosas de Santa Fe". Op. Cit.


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